Corre el insistente rumor de que el próximo alcalde de Estepona puede ser Antonio Sánchez. Es decir, el número 8 de una lista que consiguió 11 concejales en las pasadas elecciones municipales.
No tendría nada que objetarle al Profesor Sánchez si no fuese porque su elección vendría acompañada de un tufillo bastante desagradable. Pareciese que los que mandan en el PSOE fuesen los que ya no militan en esa organización. Los expulsados concejales en libertad bajo fianza y muy posiblemente algún residente en Alhaurín pueden ser los principales mentores de esa candidatura tan extraña.
Porque la realidad sería que ellos, los tránsfugas, con el posible apoyo de otros concejales actualmente sin imputación alguna se oponen frontal y descaradamente a asumir el orden natural de una lista que aceptaron como propia hace poco más de un año. Los concejales Duarte, Valadez y Rodríguez Alarcón están vetados por aquellos que eran algo más que amigos del Lorito Colorao y la Gran Cabeza visible de un PSOE que no quiere asumir una Operación Astapa que les ha dejado con el culo al aire.
Sin embargo, sólo ellos están legitimados para gestionar un posible gobierno que debería durar hasta la celebración de unas elecciones municipales anticipadas que nos parecen inevitables. Además, ningún partido socialista decente podrá surgir de los que han participado alegremente del glamour conseguido a base de patrocinios con intereses bastardos o donaciones voluntarias nada altruistas.
La debilidad ideológica de una organización casi exclusivamente integrada por trabajadores municipales que entraron en la administración por la puerta de atrás ha sido lamentada desde esta columna en repetidas ocasiones. Llegó la hora de acabar con los lastres del pasado, con los que negocian convenios y contratos de servicios públicos en mesas de cinco estrellas, con los yuppies herederos intelectuales de Luis Roldán, Mariano Rubio o José Barrionuevo. Llegó la hora de acabar con los Flores, Simón, Zamorano y Barrientos.
Y en estas condiciones, la bola negra con el número 8 de Antonio Sánchez no nos vale.
No tendría nada que objetarle al Profesor Sánchez si no fuese porque su elección vendría acompañada de un tufillo bastante desagradable. Pareciese que los que mandan en el PSOE fuesen los que ya no militan en esa organización. Los expulsados concejales en libertad bajo fianza y muy posiblemente algún residente en Alhaurín pueden ser los principales mentores de esa candidatura tan extraña.
Porque la realidad sería que ellos, los tránsfugas, con el posible apoyo de otros concejales actualmente sin imputación alguna se oponen frontal y descaradamente a asumir el orden natural de una lista que aceptaron como propia hace poco más de un año. Los concejales Duarte, Valadez y Rodríguez Alarcón están vetados por aquellos que eran algo más que amigos del Lorito Colorao y la Gran Cabeza visible de un PSOE que no quiere asumir una Operación Astapa que les ha dejado con el culo al aire.
Sin embargo, sólo ellos están legitimados para gestionar un posible gobierno que debería durar hasta la celebración de unas elecciones municipales anticipadas que nos parecen inevitables. Además, ningún partido socialista decente podrá surgir de los que han participado alegremente del glamour conseguido a base de patrocinios con intereses bastardos o donaciones voluntarias nada altruistas.
La debilidad ideológica de una organización casi exclusivamente integrada por trabajadores municipales que entraron en la administración por la puerta de atrás ha sido lamentada desde esta columna en repetidas ocasiones. Llegó la hora de acabar con los lastres del pasado, con los que negocian convenios y contratos de servicios públicos en mesas de cinco estrellas, con los yuppies herederos intelectuales de Luis Roldán, Mariano Rubio o José Barrionuevo. Llegó la hora de acabar con los Flores, Simón, Zamorano y Barrientos.
Y en estas condiciones, la bola negra con el número 8 de Antonio Sánchez no nos vale.
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