El abogado que nombró nuestro alcalde como defensor de los intereses de las empresas municipales ante el Tribunal de Cuentas ha sido sancionado por su Colegio profesional por simultanear la defensa de dos clientes enfrentados en los mismos asuntos.
“Torrente”, como cariñosamente llamamos algunos a Guillermo Bonifacio Álvarez Rato, se encontró con éste que les escribe en el programa “El Debate”, de Estival Televisión. Torrente, visiblemente enfadado, me amenazaba con querellas y no sé cuántas cosas más si yo ponía en duda su buen hacer profesional. Dije que no entendía que el abogado de los que tenían asuntos pendientes en el Tribunal de Cuentas fuese nombrado también abogado de los intereses públicos.
Pasado el tiempo y ratificadas mis palabras ante notario, a requerimiento suyo, la justicia interna de los abogados le ha dicho “Eso no se hace, abogado” y le sanciona con la suspensión del ejercicio de su profesión durante un mes.
Ante esta situación, y como clientes suyos que somos todos los ciudadanos de Estepona no cabe más que decirle “Eso no se hace, abogado, y además, a partir de hoy lo haces con dinero de otros clientes, porque estás despedido”. Sí, señores, la relación abogado cliente debe estar sostenida en la confianza que uno y otro se tengan. Y ha quedado demostrado, sin género de dudas, que este señor ha actuado al mismo tiempo para el gilista Crespo y para el Ayuntamiento de Estepona en los mismos asuntos. ¿A quién defendía nuestro abogado?.
El Alcalde, en el Decreto de nombramiento marcó, inexplicablemente, las líneas jurídicas sobre las que debía trabajar. Curiosamente estas instrucciones han coincidido con las de la defensa de Crespo y compañía, es decir, derivar las responsabilidades hacia el fallecido López Quero para salvar las propias.
El Alcalde debe, inexcusablemente, despedir a este abogado y procurar una defensa efectiva del interés público. Ya que está, podría tener un ataque de sinceridad y contarnos a todos si el nombramiento de Torrente formaba parte de algún pacto secreto firmado por esas notarías de dios ...
“Torrente”, como cariñosamente llamamos algunos a Guillermo Bonifacio Álvarez Rato, se encontró con éste que les escribe en el programa “El Debate”, de Estival Televisión. Torrente, visiblemente enfadado, me amenazaba con querellas y no sé cuántas cosas más si yo ponía en duda su buen hacer profesional. Dije que no entendía que el abogado de los que tenían asuntos pendientes en el Tribunal de Cuentas fuese nombrado también abogado de los intereses públicos.
Pasado el tiempo y ratificadas mis palabras ante notario, a requerimiento suyo, la justicia interna de los abogados le ha dicho “Eso no se hace, abogado” y le sanciona con la suspensión del ejercicio de su profesión durante un mes.
Ante esta situación, y como clientes suyos que somos todos los ciudadanos de Estepona no cabe más que decirle “Eso no se hace, abogado, y además, a partir de hoy lo haces con dinero de otros clientes, porque estás despedido”. Sí, señores, la relación abogado cliente debe estar sostenida en la confianza que uno y otro se tengan. Y ha quedado demostrado, sin género de dudas, que este señor ha actuado al mismo tiempo para el gilista Crespo y para el Ayuntamiento de Estepona en los mismos asuntos. ¿A quién defendía nuestro abogado?.
El Alcalde, en el Decreto de nombramiento marcó, inexplicablemente, las líneas jurídicas sobre las que debía trabajar. Curiosamente estas instrucciones han coincidido con las de la defensa de Crespo y compañía, es decir, derivar las responsabilidades hacia el fallecido López Quero para salvar las propias.
El Alcalde debe, inexcusablemente, despedir a este abogado y procurar una defensa efectiva del interés público. Ya que está, podría tener un ataque de sinceridad y contarnos a todos si el nombramiento de Torrente formaba parte de algún pacto secreto firmado por esas notarías de dios ...
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