Acaba el verano más tórrido políticamente de la historia de Estepona. Y en estos dos meses se han apuntado grandes cambios en la forma de hacer política que deberían concretarse definitivamente a lo largo del curso que comienza.
Aunque sigo insistiendo en que lo mejor sería devolver la palabra al pueblo para garantizar una legítima representatividad ciudadana que se ha visto adulterada por los últimos acontecimientos. Los aún “supervivientes” de Astapa se presentaron a la ciudadanía en muy distintas circunstancias a las de ahora y además el proceso pudo verse adulterado gravemente por la financiación irregular de los partidos políticos más votados, cuestión que deberá confirmar o desmentir el proceso judicial abierto.
A falta de unas elecciones anticipadas el gobierno municipal debe dar, sin vacilar, pasos decididos para afrontar la gravísima situación en la que han sumido a la localidad unos gobernantes incapaces y hoy acusados de graves delitos.
La reducción de sueldos del alcalde y los concejales, anecdótica por el importe, reviste suma importancia política, por demostrar que además de decir las cosas se hacen. Hay que acometerla sin dilación, así como hay que dejar meridianamente claro cómo se ha resuelto la reducción del número de cargos de confianza y personal de alta dirección. Cuántos quedan, cuánto nos cuestan y cuál ha sido el ahorro efectivo para la ciudadanía.
La Relación de Puestos de Trabajo y acometer de manera definitiva el desbarajuste creado por tantos años de clientelismo en la contratación de personal para las empresas municipales tiene que ser el horizonte ineludible a corto y medio plazo, y pieza fundamental del plan de saneamiento financiero serio que hay que acometer.
Trabajar en pos de la recuperación efectiva del perjuicio sufrido por el municipio en los asuntos que están en Tribunal de Cuentas y la acometida de un planeamiento urbanístico que no pasa por un Plan para los especuladores sino para el desarrollo sostenible serán otras patas de ese banco que el Gobierno tiene ante sí este otoño.
Aunque sigo insistiendo en que lo mejor sería devolver la palabra al pueblo para garantizar una legítima representatividad ciudadana que se ha visto adulterada por los últimos acontecimientos. Los aún “supervivientes” de Astapa se presentaron a la ciudadanía en muy distintas circunstancias a las de ahora y además el proceso pudo verse adulterado gravemente por la financiación irregular de los partidos políticos más votados, cuestión que deberá confirmar o desmentir el proceso judicial abierto.
A falta de unas elecciones anticipadas el gobierno municipal debe dar, sin vacilar, pasos decididos para afrontar la gravísima situación en la que han sumido a la localidad unos gobernantes incapaces y hoy acusados de graves delitos.
La reducción de sueldos del alcalde y los concejales, anecdótica por el importe, reviste suma importancia política, por demostrar que además de decir las cosas se hacen. Hay que acometerla sin dilación, así como hay que dejar meridianamente claro cómo se ha resuelto la reducción del número de cargos de confianza y personal de alta dirección. Cuántos quedan, cuánto nos cuestan y cuál ha sido el ahorro efectivo para la ciudadanía.
La Relación de Puestos de Trabajo y acometer de manera definitiva el desbarajuste creado por tantos años de clientelismo en la contratación de personal para las empresas municipales tiene que ser el horizonte ineludible a corto y medio plazo, y pieza fundamental del plan de saneamiento financiero serio que hay que acometer.
Trabajar en pos de la recuperación efectiva del perjuicio sufrido por el municipio en los asuntos que están en Tribunal de Cuentas y la acometida de un planeamiento urbanístico que no pasa por un Plan para los especuladores sino para el desarrollo sostenible serán otras patas de ese banco que el Gobierno tiene ante sí este otoño.